Hoy se cumplen cinco años de la Misa de clausura de la JMJ de Panamá en el Campo San Juan Pablo II. Durante la vigilia del sábado por la noche, lloré mucho y confié mi vida a Dios en ese momento.

No eran sólo lágrimas de dolor, sino también de alegría. En realidad, salieron todas las emociones de dos semanas de estar intensamente comprometido con su fe.

No sospechaba que Dios daría un giro de 360 grados a mi vida y aún así me dejaría disfrutar ahora de este momento tan increíble. Si me conoces, sabes que he cambiado y mi vida también. No tengo ni idea de cómo sería mi vida sin esta última JMJ para mí. Han pasado muchas cosas en los últimos años, incluida una pandemia. Y ahora estoy de vacaciones en Panamá por tercera vez.

Que Dios me permita estar en Panamá en este momento, recordándome en este día una canción que no escucho a diario y que no me adelanta automáticamente YouTube, es pura casualidad para algunos, pero no para mí. Para mí, es la voz de Dios susurrándome y dejándome disfrutar de los maravillosos recuerdos. Sí, ahora surgen muchos recuerdos nuevos, pero emociones como las que experimenté durante el culto hace cinco años nunca las olvidaré.

Alma Misionera Adoración Eucarística JMJ Panamá 2019

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