¿Dónde están las llaves ahora? No pueden desaparecer, ¿verdad? Es lunes por la tarde, 15 de diciembre de 2014. Todavía estamos buscando las llaves y la cartera de papá. Cuando lo encontraron sólo llevaba la llave del coche. Pero su manojo de llaves. ¿Dónde está? Siempre la llevaba consigo y nunca se quitaba la llave del coche. Eso sólo ocurrió con un coche nuevo. Llevamos días buscando. Todos hemos buscado en el coche y no hemos encontrado nada.

Mamá dijo que anoche en el garaje escuchó las sirenas de una ambulancia. Buscó en Internet, pero no había nada. Y de nuevo escuchó sirenas, que la volvieron loca. Hasta que decidió llamar al servicio de ambulancias. Entonces las sirenas desaparecieron en su cabeza.

Así que lo hizo. Llamó esta mañana, pero estaban ocupados. Iban a comprobarlo e iban a volver a llamar, y lo hicieron. Acaban de llamar para decir que han preguntado a los paramédicos que ayudaron a papá en la autopista. No pudieron encontrar nada y no saben dónde están las llaves.

Me quedé un poco sorprendido y decidí volver a llamar. Después de mucho esfuerzo, volví a conseguirlos. Pregunté: "Entonces, ¿dónde se encontraron las llaves?" La amable mujer respondió: "Tu padre les dio la llave del coche a los hermanos". Aquí el rompecabezas no cuadra. Ya habíamos contactado con la policía y nos dijeron que habían sacado las llaves del contacto. Papá fue encontrado en el asiento trasero. Entonces, ¿cómo es que dejó la llave del coche en el contacto y no todo el manojo de llaves? Así que el manojo de llaves debe estar todavía en el coche. Decido registrar sistemáticamente el coche. Debe estar ahí en alguna parte.

Empiezo por el frente. No hay nada que encontrar. Luego en la parte trasera, en los compartimentos detrás de los asientos. No, ahí tampoco. Entonces bajo el asiento tal vez. No, porque he estado allí antes. Me pongo de rodillas junto al coche y profundizo con mis manos bajo el asiento del conductor. Y lo conseguí. Hay algo debajo del asiento del conductor. "¡Pero si es su cartera!", me digo indignado. Sus llaves no están ahí. En una fracción de segundo, me doy cuenta de que podría estar bajo el otro asiento. Me apresuro a ir al otro lado del coche, me arrodillo y palpo debajo del asiento. Y sí, están las llaves. Me he quitado un peso de encima. Gracias, papá, por mostrarme el camino.

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